sábado, enero 13, 2007

CAPÍTULO 4, 2ª parte

- ¡Por cierto! No me ha leído mis derechos y ni siquiera me ha dicho cual es su nombre y número de placa de agente de la autoridad. Aquí se está produciendo una irregularidad manifiesta y me quejaré a quien haga falta...
- No se esfuerce amigo ¿No lo recuerda? ¿De verdad no se acuerda de qué si que le he leído sus derechos? Creo que debería visitar a un médico o a un psicólogo, está usted perdiendo memoria.
- ¡Miente! ¡No me los ha leído!
- Le digo que sí, me está haciendo perder la paciencia, a los ya mencionados cargos añadiré “negación de la autoridad” y “Levantamiento de falsos testimonios contra la autoridad” Se lo está poniendo usted muy mal a sí mismo.
- No entiendo nada de lo que dice.
- ¡Ande y calle! Será lo mejor para usted y para mí. Al final me va a provocar una crisis transitoria moral y eso no sería bueno. Así que le ordeno que se calle de una vez.
- No sabe ni de lo que está hablando.
- Ya está, la siento, ya llega, no puedo pararla.
- ¡Maldito! ¿Pero qué hace? ¿Por qué me ha pegado semejante porrazo?
- No he sido yo, ha sido la crisis transitoria. Ahora hay un nuevo cargo, la lista se alarga. Provocar crisis transitorias en la autoridad es un delito muy jodido.

Este tipo está muy mal, deberían encerrarlo. Ahora si que la he fastidiado de verdad. Esta contingencia me desvía del objetivo, esto se pone feo, muy feo. Este animal desequilibrado puede hacer cualquier cosa conmigo. Mejor será hacer caso y callar. Toda la gente no está mirando, todos van esgrimiendo un extraño gesto que no llego a entender, es como un “¡Si es qué no puede ser con esta gentuza!” Lo que más me inquieta es si su gesto es por mí o por él.

- ¡Hombre si es mi amigo el sondeador de mentes! ¿Ya te han agarrado en alguna absurda falta? ¡Si es qué no puede ser con esta gente de la ciudad!
- ¡Cállate si no te quieres venir con nosotros a la casa de la autoridad!

¡Mierda, esto es lo único que me faltaba! Simón por aquí, y por lo que veo con ganas de juerga.

- ¡Hombre, hombre, hombre! ¿A quién tenemos por aquí? Si es el ilustre portador de la ley, Ovidio nuestro querido ex fontanero. Hoy has dado el gran golpe, ya tienes un detenido. ¡Y qué detenido! ¿Habéis visto que bien cumple con sus obligaciones? ¡Es encantador!
- Simón hace días que estas jugando con fuego y al final te vas a quemar.
- Déjalo Simón, ve a guardar reposo. Seguro que se aclara todo en la casa de la autoridad.
- Ni de coña, no lo dejo. ¡Lo siento, perdona, perdóname y ten piedad de un pobre borracho, ten clemencia de un pobre miserable sin un destino tan altivo como el tuyo!
- Menos cachondeo, ¡Te la estas jugando! Ayer ya te dieron lo tuyo, a mi no me importaría partirte la pierna que te queda sana.
- ¡Lo siento he infringido la ley! Quiero que me lleves detenido junto al quebrantador y además esposado como él. Que me hace ilu ¡Toma aquí tienes estas manos sucias incontenidas!
- Sabes que no puedo llevarte ¡Ahora el día que se te acabe el chollo, seré el primero en venir a buscarte! Ese día...
- ¿Ese día qué? Solo eres un monaguillo de Carmen.
- ¡No se como la guía puede esperar más de ti! Solo eres un despojo humano.
- ¡Huy, huy, huy me parece que voy a tener que denunciarte, estas cometiendo un grave delito! ¡Nada más y nada menos que rebatir algo que ha opinado nuestra Guía. Eso está muy feo.
- ¡Haz lo que quieras! No te va a creer nadie ¡Y tu sigue caminando, nadie te ha dicho que pares!

1 comentario:

Recomenzar dijo...

Interesante tu escrito...es la primera vez que te leo..volveré por más
soleil