viernes, octubre 06, 2006

CAPÍTULO 2, 1ª parte.

"LA MUJER DE MALA VIDA"

- Hace más de dos meses que Carmen se cargó al cura, o al menos eso se cree, porque el hombre estaba durmiendo y aquello no parecía un ser humano, su cuerpo estaba amarillento y frío, para mi que el pobre diablo ya las había “espichao” víctima del hambre, o de alguna enfermedad. Créame, del párroco quedaba más bien poco cuando ellos llegaron, ¡Yo nunca fallo en estos casos! Ese hombre tenía la nariz afiladísima y las órbitas de los ojos hundidas y violáceas, ¡Ya sabe! Así como se quedan los difuntos cuando estiran la pata.
- ¿Cómo ocurrió?
- ¿Qué cómo ocurrió?, ¡Hombre pues que a ese cabrito no se le ocurrió nada mejor que hacer que matar al pobre Juan! ¡joder es que había sido su propio monaguillo!. En este desgraciado pueblo de todas formas, había muchas ganas de liquidarle, ¡Ya sabe! Después de todas las revelaciones, aquí como imagino en el resto de este maldito planeta se organizó una caza de brujas y murió mucha gente. El cura tenía todas las papeletas, se le echaba la culpa de todo ¿Usted sabe no?
- En realidad no se mucho de lo que pasó aquí, pero me hago cargo.
- ¡Pues eso, que para colmo va y se carga a Juan! Había gente de por aquí, que de poder ya lo habría hecho mucho tiempo atrás, ¡Ya sabe! ¡Es que este tio no se callaba ni una!...

- ¡Zacarías podrías dejar de hablar de eso por favor!
- Déjame en paz, hablo bajito y ya está, tranquilízate joder.
- No, es que no quiero más problemas en el bar y lo sabes.

- Mejor será dejar de hablar sobre el tema.
- Sólo una cosa más, ¿A qué se refería con lo de no callar?
- ¡Ya sabe! El cura era de esos que en sus homilías ponen a parir a quién se desmanda del rebaño. Carmen “la prostituta” ¡Ya sabe! Porque así es como se la conocía en este pueblo, estaba entre esa gente criticada por el cura.
- ¿Por ejercer la prostitución?
- No, bueno si, bueno la realidad es que arranca mucho antes de empezar a ser puta. Pero este tema es delicado de hablarlo ahora… ande pida un par de cafés más y vayamos a esa mesa, el mío muy cargado.
- Ah claro, déme un minuto.

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